Claudia Heiss y Guillermo Holzmann sostienen que Convención Constituyente refleja mejor la diversidad del país
El desafío de redactar una nueva Constitución para Chile cumplió una etapa clave con la reciente elección de 155 convencionales constituyentes. En ese contexto, el Campus Santiago y la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Valparaíso organizaron el conversatorio “Escenario Político Nacional. Coyuntura y Desafíos”, que contó con los análisis de Claudia Heiss y Guillermo Holzmann, además de la activa participación de estudiantes de la carrera.
En la ocasión, ambos se manifestaron confiados y optimistas respecto del devenir de este proceso. Plantearon que la presencia mayoritaria de independientes no militantes de partidos políticos, así como la heterogeneidad de sus integrantes, son factores positivos para que se puedan canalizar, mediante un diálogo democrático, demandas ciudadanas tales como una mayor protección social y presencia del Estado, calidad de vida, dignidad y transparencia. También indicaron que es una oportunidad para que los partidos políticos se renueven o se creen nuevos.
Heiss manifestó tener una positiva expectativa de la Convención Constituyente, porque “hay actores políticos nuevos y una composición mucho más parecida a la sociedad chilena” que en el Congreso, al incluir muchos independientes, mujeres en una proporción similar a la que hay en el país, así como pueblos originarios y personas de distintos niveles de edad, educacionales y socioeconómicos.
La jefa de carrera de Ciencia Política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile también destacó que en una nueva etapa los partidos políticos -que hoy se encuentran muy debilitados y fragmentados- deberán seguir cumpliendo un rol relevante, pero para ello es necesario que vuelvan a escuchar a sus bases y a la ciudadanía.
Asimismo, sostuvo que “más que pensar ‘qué bueno que llegaron los independientes para que exista diversidad’, creo que debemos pensar en convertir a los partidos políticos en verdaderos canalizadores del pluralismo social hacia el pluralismo político”. De esta manera, se podría evitar el riesgo de lo denominó la “desinstitucionalización de la representación política”, en la que desaparecen las corrientes que buscan representar ideas y se “termina generando un sistema de microempresarios del voto”. Por eso, dijo que es importante que “la gente vote por ideas y no solamente por personas”.
Holzmann, profesor de la Escuela de Administración Pública de la UV, compartió el diagnóstico de Heiss en cuanto a que la Convención Constituyente “es una buena muestra de lo que es el país actualmente y es un grupo de personas que tendrá el desafío de ponerse de acuerdo”. Y puso de relieve que se debe tener en cuenta que las tres principales demandas de las personas se refieren a calidad de vida, dignidad y transparencia.
Asimismo, sostuvo que en Chile la política volvió a tener un lugar de preeminencia respecto de la variable económica, a diferencia de lo que se observó durante muchos años desde el retorno a la democracia. “Desde la economía se dice que este proceso es una incertidumbre, porque afectaría la certeza jurídica. Sin embargo, yo diría que no es así. No está en cuestión la certeza jurídica del país, porque hay un proceso institucional y hoy en la Convención Constituyente están dentro de la conversación los que ayer estaban protestando en las calles. Y eso es algo que le agrega elementos de contundencia a la democracia, particularmente un concepto: una ética”.
Para el académico, el diálogo será fundamental en esa instancia y un desafío de legitimidad importante, ya que no se debe olvidar que en la elección de constituyentes hubo una elevada abstención, del 57%.
A juicio de Holzmann, “la Convención Constituyente se puede transformar -y así me gustaría que fuese- en el semillero para que los partidos políticos se renueven desde el punto de vista de sus propuestas ideológicas tradicionales o simplemente se cierren y den forma a nuevos partidos políticos”.
Síntomas de un nuevo ciclo
Ambos analistas políticos iniciaron sus intervenciones coincidiendo en que el nuevo ciclo político que se está produciendo en Chile no nació con el estallido social de 2019, sino que se venía incubando hace alrededor de una década, con una serie de demandas ciudadanas y movimientos sociales y debido a “desigualdades estructurales”.
“Se vislumbró un nuevo ciclo político en el primer gobierno de Michelle Bachelet, en 2006, ya que ella llegó al poder cuando se había realizado la reforma constitucional de 2005 (…) con un discurso ciudadano que se hacía cargo del descontento con la política. Habíamos evidenciado una baja en la participación electoral enorme y en esa época surgieron también los movimientos sociales -estudiantiles, No+AFP, feministas, pueblos originarios y ambientalistas- como alternativa a la política institucional. Ese cambio político provino más de la calle que del propio sistema”, explicó Heiss.
La doctora en Ciencia Política por The New School for Social Research (Nueva York, Estados Unidos) añadió que “el descontento con este modelo, Constitución e instituciones se expresaba hace mucho tiempo. Lo ocurrido en 2019 fue una suerte de convergencia de distintos niveles de descontento. La demanda por dignidad contiene elementos de mayor protección social, presencia del Estado y de rechazo a la política que tiene que ver con cambiar la forma de tomar las decisiones. Durante treinta años, la política institucional no permitió hacer cambios que eran sentidos por la gran mayoría de la gente”.
Holzmann complementó que Chile es un caso de un fenómeno más global “que no se quiso leer ni entender”. En su opinión, la “desigualdad por una parte, más el impacto de la pandemia, deja en evidencia que el modelo de la globalización de tipo neoliberal, que nace en el año 1989 y que Chile ya había asumido en 1980, está en un momento de crisis y cuestionamiento que probablemente este año o el próximo se va a tener que modificar sustantivamente en el sistema internacional”.
Según el magíster en Ciencia Política por la Universidad de Chile, “se establece que los partidos políticos pierden la credibilidad y la confianza de la ciudadanía y hay una evidente crisis de conducción del gobierno actual. Pero se trata de un proceso evolutivo, en el que se ha generado un desacople entre el Estado y la sociedad. También hay una desideologización, ya que los ejes izquierda y derecha, esa visión binaria de ver la política, pasan a ser cada vez más difusos y más difíciles de entender”.
La actividad fue moderada por el profesor Gonzalo Luna, coordinador de Extensión y Vinculación con el Medio de la Escuela de Administración Pública UV. Además, contó con la participación de estudiantes del curso de Políticas Públicas de la profesora de la carrera Verónica Pinilla.