“Chile es uno de los países más segregados del mundo en educación”
Superar la abismante desigualdad de oportunidades, avanzar hacia una mayor innovación y vincular de mejor manera el sistema educativo con una estrategia de desarrollo son algunos de los principales desafíos de políticas públicas para Chile, según planteó Germán Sanhueza, administrador público y magíster en Gerencia Pública (USACH) y doctor en Educación (UAH-UDP), en el marco de la “Semana de la Carrera de Administración Pública (APU) de la Universidad de Valparaíso” (5 al 7 de diciembre de 2016) por su XVI aniversario.
El expositor repasó los principales hitos en la historia de la educación chilena y cómo se pasó de un modelo donde el Estado tenía un rol fundamental a otro donde el mercado adquirió una preponderancia decisiva, desde que “las ideas del neoliberalismo permearon la educación chilena”.
Actualmente, dijo, uno de los aspectos que no puede ser motivo de orgullo es que “Chile es uno de los países más segregados del mundo en materia de educación escolar”, donde las personas de sectores altos estudian con los de su mismo nivel social y lo mismo ocurre con los segmentos medios y bajos. ¿Cuál es la incidencia de este esquema? Una gran brecha en capital social y relacional, y entre los establecimientos privados versus los públicos.
Sanhueza recordó que “la inteligencia se distribuye homogéneamente en toda la sociedad, no así las oportunidades”.
Sobre los cambios demandados por los movimientos estudiantiles (en 2006 y 2011), dijo que estos habían tenido el gran mérito de instalar el concepto de una educación como un derecho social y que hoy no se podría estar en contra, por ejemplo, de no lucrar con la educación o de mejorar la calidad de instituciones y programas.
Sin embargo, duda de si se finalmente se logrará una reforma estructural del sistema y aterrizó las expectativas en cuanto a que la gratuidad en la educación superior alcance para todos (as). “Sí o sí las políticas son concretas en la medida que se puedan financiar. Y creo que hoy no estamos en condiciones de llegar a una gratuidad universal, por las condiciones económicas que está viviendo el país y porque también existen otras necesidades”.
Aporte al desarrollo
Sobre la importancia de una mayor conexión entre los centros educacionales y el desarrollo, comentó que se debe pensar en la educación superior del Siglo XXI, con una mirada de largo plazo y de acuerdo a las características y ventajas de nuestro país.
Mencionó los casos de Singapur, Finlandia y Corea del Sur donde se realizaron importantes reformas educativas y se impulsó la transferencia tecnológica para impulsar la economía.
En ese sentido, enfatizó, hay que tener presente que “el PIB chileno no se puede sostener en 40% directo del clúster minero. Lo que se debe hacer en competitividad, según los expertos, es trabajar en otros sectores como el turismo, servicios, industria vitivinícola, recursos del mar, entre otros”.
Para ello, agregó, también se requiere una mayor inversión en Investigación y Desarrollo (I + D), que en Chile es de 0,5% del PIB. En cambio, “en países del primer mundo como Japón o Suecia esta cifra se eleva a 3% a 4% en promedio. Como se ve es una diferencia abismal. El gasto público aporta el 0,45%, por lo cual el sector privado tiene una tarea relevante en esta materia”.
Precisó que “la experiencia muestra, por ejemplo, que en Estados Unidos las universidades reciben mucho financiamiento de las empresas para transferencia tecnológica a través de la educación. Uno de los grandes desafíos es que el sector privado esté a la par del sector público en este campo”.
Por el bien común
El secretario académico de la Escuela de Administración Pública de la UV, Osvaldo Pizarro, destacó que la creación de la carrera se remonta al 15 de septiembre de 2000 y que la primera generación de alumnos ingresó en marzo de 2001. Relevó el papel de una universidad pública en el desafío común de “luchar por el desarrollo de nuestro país”, mediante la incorporación de capacidades profesionales que apunten a ese fin.
“Si las estructuras públicas no cuentan con los profesionales que necesitan, ¿qué pueden ofrecerle a la ciudadanía?”, reflexionó. El profesor Pizarro felicitó la decisión de los estudiantes de elegir la carrera de Administración Pública y los invitó a hacer la diferencia a favor de las distintas localidades y comunidades, especialmente de “las más apartadas del país”.
El coordinador de APU en el Campus Santiago, Félix Fernández, destacó la acreditación por 5 años de la carrera (noviembre 2015 hasta noviembre de 2020), el proceso de innovación curricular que ha llevado a cabo en el último tiempo y el posicionamiento de esta propuesta académica tanto en Valparaíso como en Santiago.
Asimismo, llamó a los estudiantes a asimilar que el administrador público no debe deshumanizar su labor cuando tiene poder en un escritorio y a “tener conciencia de que sus decisiones tendrán un impacto directo en las personas. Porque somos servidores de la Polis y nuestro fin es el bien común”.
En la ocasión, el vicepresidente del Centro de Alumnos de APU, Cristián Campos, reflexionó sobre la necesidad de “repensar nuestro rol” como administradores públicos y “cómo incidimos en nuestra comunidad”, considerando la realidad de nuestro país.
Además de la charla de Sanhueza, “Los desafíos de las políticas en la educación chilena”, el programa de la Semana de APU consideró el foro “Mujer y Sociedad en el Siglo XXI” y las charlas de “Movilidad Estudiantil” y de “Inicio de Prácticas Profesionales”. Todas estas actividades se llevaron a cabo en el teatro del Campus Santiago.